Frasario

"Y todo comienzo esconde un hechizo"

José Knecht

21 ago 2011

Ninguna mujer

Ninguna mujer me ama, alguna me quiere, todas me miran, jamás alguna me besa, todas desaparecen.


Soy un trofeo, un leve amargor en la búsqueda de lo que se ansía levemente, precariamente, nunca de

forma dispuesta. Soy un hombre-pene, poca cosa, atractivo a secas. Una foto, un recuerdo, un apretón de

manos, un baile triste; triste y rápido, rápido y vacío. Soy una mirada furtiva con una mujer en celo,

en celo durante 3 minutos, en celo durante 10 minutos; se pasó el celo, desapareció la mujer. Solo quedo

yo. Soy un solitario, no quedo más que yo. Una botella, un tapón: licor fuerte: calor. Soy alguien que

no es Yo. Yo se ha disuelto en el alcohol. Yo es alguien que desean algunas, que nadie coge, que se

sienta tranquilo en un sillón, en un escalón, en poca cosa, y toma ron.

Estoy. Estoy del verbo estar:

tranquilo: jodido: en un estado diferente de conciencia: no estoy. Estoy, lejos de aquí; lejos de todos vosotros; lejos

de las mujeres que me miran bastante, que no hacen nada, que nunca me quieren, que jamás me aman. Lejos,

lejos como un dinosaurio en el tiempo, como Australia en el espacio; como Andrómeda en espacio-tiempo.

Soy: he dejado de ser: un hombre, una persona que es deseada, querida, amada. Todos procesan amistad

hacia este ser tan deplorable, tan abrazable quizá, todos cariño: nadie amor. Yo soy un adicto al amor, he

crecido amando desde mi juventud. Dependo del amor, no de la amante, me enamoro del amor; lástima, no de

la mujer. Así: soy un objeto. No existo, soy un amor pasajero, un sueño húmedo, una paja femenina en la

noche. Menos que nada: cero. Desaparezco entre dedos de mujer, entre manos corredizas, me sumerjo en sus

sienes, y desaparezco. Desaparezco.

Soy un reflejo en el objetivo de la cámara que nos mima, a la que sonreímos: nada. Vosotras que me

aprecíais por lo que miráis no me amáis, tan solo me deseáis, y a ratos. Nunca si hay alguien más

disponible. Y para aquellas que creen amarme lejos, tan lejos que no son capaces de quererme y

guardarme en un lugar cerca de ellas, soy: inexistente: yo. Inexistencia: estado: relación. Se acabó: ninguna

mujer me ama, alguna me quiere, o eso cree desde la lejanía; todas me miran, ninguna se acerca, o puede,

tan solo para no amarme, no quererme: mirarme más de cerca, nunca besarme; ninguna me besa; todas, sin

excepción, desaparecen.

Al final soy yo. Solo y solamente yo. Y os echo de menos a todas, que yo si os amé durante una hora,

que os otorgué el poder durante una hora, y fuísteis diosas durante una hora. Fuísteis dueñas, yo

esclavo, y nunca os dísteis cuenta. Y tú, lejanía, que crees amarme por encima de las cosas. Y tú, más

lejanía que crees necesitar a alguien por encima de las cosas. Y yo, tan lejos del amor y las personas

que lo envainan. Soy la rabia contenida del atleta de bronce, de la estatua de bronce. Soy el golpe seco, la ira contenida, de la mano del suicida contra la mesa del suicida. Soy la sangre del suicida, sus venas.

Y soy: pobre, mas no tengo amor: lo desperdicié en palabras.

Quiero ser; libre.

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Me gusta doblar los libros, subrayarlos, pero sobre todo leerlos. Me gusta mi gata, más que muchas personas. Hacer tartas. Dormir cuando pían los pájaros y estar en vigilia cuando otros duermen. Huyo del gentío. Las cosas complicadas.