El acorazado Potemkin se oxida
Moribundo en el olvido
Y subyace en la memoria
De la herrumbre.
Es una hierba irradiada y joven
No radiante
Quien la cubre,
O lo asesina.
Al mundo no le quedan muros
De piedra por derribar
Pero rápidamente olvidan,
Cómo recordar.
Puedo crear imágenes
Emotivas, sumergidas
Subversivas
En la más bella y cromática de las miserias
O leer en la oscuridad de una caverna
Con espesas sombras de una vida.
Crear paradojas y esconderlas
Bajo el paráguas en tópicos días
De lluvia.
Fumar cigarrillos a escondidas
“liar tu piel y beber
Del humo de tu aliento”
Ver un pantalón roído y escribir
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Versos.
Pero no olvido; llamadme viejo.
Yo no sé ya
Qué tiempo queda para el final
Ni crear,
Sobre la belleza
Lo artificial.
Y desdeño
El estilo que mancilla
La nueva escuela tan sectaria
Tan selecta
Del progreso desmedido
Del pedido por teléfono
Del despido, de Cupido en cueros
O vestido,
Del dinero a otros debido,
En definitiva
Del olvido
Que nos llena las yemas
De versos yermos,
Tan muertos que ni en la guerra,
Y recuerdo, si recuerdo,
Se hizo poesía tan mala
Como ésta.
Tener que asirse a la crin maltrecha,
Hedionda
de los premios
Y homenajes, deudores,
Viejas glorias
Plañideros
Me escuece tanto
Como a la mujer el mar:
‘Puta de ojos verdes
Que se lleva a nuestros maridos’
El acorazado ha muerto
Pues todo lo caído en el
Olvido
No tiene derecho por derecho
A un recuerdo.
Se muere el mundo y el
Mundo escribe, todo el
Mundo, con derecho sobre el mundo.
Y a mí cada día más,
Más vacuos me parecen los periódicos,
Sus noticias, la radio
Y el agujero negro en cabezas de filósofos
Llenos de aforismos tiernos.
Permítanme poetas
Retirarme a mi encierro en los aposentos
Indignos de caverna
Y de recuerdo
Huyendo del olvido que me aterra
Y os gobierna.
Me voy a leer malditos,
A Poetas que bebían
De otros Poetas.
Y no del mercurio líquido
Que os refleja
Y os alimenta,
Que convierte el mar de letras, tejido vivo
En tierra muerta.
Adiós brizados pabellones,
Barcazas de hierro exhausto.
Se acabó vuestro tiempo
En el mar de poesía enhiesta,
En aras de puentes
De poesía muerta
Que conectan un mundo,
Dos tierras, multitudes
De ellas
Con versos de cerilla y nicotina,
De gomina, ceniza,
Sonrisas
¿Qué? Sí
Muertas.
Os han sajado los ojos tan dulcemente
Mis compañeros, camaradas,
Las cámaras
Que no sabéis que un vaso de agua
Cuesta vidas
Cuenta penas.
Y ya solo me queda ver desde mí
Caverna,
También ella en el olvido,
Cómo camináis felices por senderos
De paz fingida,
Si,
De paz
Y agonía
Contra las cuerdas.