Mas esperad:
Perdida en deleites musa animosa
Cayó en la cuenta y horrible congoja
Que a veces le provocan verso y prosa
Furiosa; sí, separó la secoja,
Y alzándose en alto fatigosa,
Miel, peine, desdeñosa arroja;
Al encuentro corre del verbo amante,
A evitar dolor de pluma errante.
Anduvo en busca, durante mucho, y se horrorizó:
Pobres, Hespérides, Náyades, Dríades
Sufren, Oréades, Triás, Perimélides.
Voluminosas espadas Melíades
lucen, tristes, forzadas Epimélides.
Bracamartes, largas, sicas Antríades
Retractaos, dejad vivir las Alsélides,
Que en plumas pulcras que debieran sueño
Cuajan espadas, ponzoña y beleño.
Entonces...
Arded, fogosos en abruptas hogueras, sed llama que seca, alumbra, pero también quema. Morid
entonces como herejes, brujas, pillos y grandes héroes.
Que haciendo daño a las pobres que os consuelan y por vosotros velan solo herís, dañáis ese estanque límpido al que acudían antes musas a gozar de paz, tranquilidad y jardín maravilloso. Os susurraron suavemente historias de grandes proezas, inusitadas flaquezas, pero nunca insurgentes poemas, y ahora vosotros ¿Porqué devoción mostráis por Genios que en tinta de ponzoña viven y no a las musas que os consiguen versos e inspiraciones? ¿Qué daño y gravedad, tamaña ofensa, hicieran estas para ser envenenadas y a la sátira expuestas? Cocead pues, masa, en delirios de grandezas y profundas masturbaciones ante el espejo. Quereos más que nunca, ahora que gozáis del Genio y no el sueño, y deshaceos en pulcras y afiladas inquinas.
Arded, fogosos, en abruptas hogueras, sed llama que seca, alumbra, pero también quema. Si queréis.
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