Frasario

"Y todo comienzo esconde un hechizo"

José Knecht

30 mar 2010

ZigZag

Zig Zag, zig zag. Todo hacía ese movimiento. Mis neuronas se debatían entre la vida y la muerte en unas advenedizas y adelantadas navidades pasadas por alcohol por si aquello fuera poco. Iba haciendo ese movimiento que describía eses – y bien pensado, he pasado la vida haciéndolo- mientras me arrastraba o arrastraban a lugares de los que no sabría salir solo y a los que llegué sin saber como. Sólo sentía placer en cada poro de mi piel; y mis pupilas, como soles, se clavaron en aquella chica que también iba haciendo zig zag, zig zag... Todo hacía ese movimiento.

-¡Creo que te conozco! -La música estaba alta en aquel antro-

Y si realmente no la conocía daba lo mismo, me había fijado en ella y pude mantener la compostura las 4 primeras palabras, era suficiente, y casi estaba orgulloso de mi mismo por aquello. "Pues no me suena tu cara" me dijo aquel pecado de pederastia, parecía más joven y más curtida que cualquiera de las allí presentes. Yo la conocía de poco, y serían las pastillas, pero se me antojaron sus pecas, sus pequeñas pecas que hacian zig zag por toda su cara cambiándo constantemente. La dejé allí y fui a pedirme una cerveza; probablemente me miraría pensando “otro borracho salido”. Llevaba razón, iba muy colocado. Solamente. "Una Heineken" le dije a aquel camarero con aires de superioridad que probablemente sólo le sonreía a las chicas guapas con las que pensara que luego tenía alguna probabilidad por enseñar los bíceps con esa camiseta de dos tallas menor que la que le correspondía. Y mientras se iba a la nevera con cara de perro porque no tuviera tetas no pude reprimir un “vaya capullo”. Le pagué todavía no sé ni como, metí la mano en el bolsillo plagado de cáscaras de frutos secos, arena de la playa y monedas, saqué dos y las puse en la barra largándome. Me hubiera importando nada con lo que llevaba encima que fuera más caro, y a él, probablemente, adalid de la testosterona, no le hubiera dado por saltar de la barra por un Euro a estas alturas de la noche. O al menos eso esperaba, la visión de un bíceps de ese tamaño cabreado no me hacía gracia, y eso, que todo me hacía gracia. Iba haciendo eses, describía ese movimiento entre la gente, que se afanaba en hacinarse en aquel lugar caluroso con poca luz, mucha bebida, y vicio por doquier. Frené, cerré lentamente los ojos mientras notaba a gente pasando y rozándome. Alce la cabeza con los ojos cerrados y la incliné hacie al techo. Fui capaz de sentir la música durante un instante, una música horrible y que yo habría desdeñado en un estado de menos embriaguez. Aquella botella verde, de aquel antipático pero musculado camarero se precipitó al suelo resbalándose de entre mis dedos.

-Mierda, estaba entera, joder. -Y miraba la botella, o la sombra de lo que fuera ahora pisoteada por lo que parecían infinitos pies, mientras decía aquello.-

-Andamos jodidos y patosos ¿Eh?. Toma. - Sus pecas seguían haciendo zigzag por su cara. Sus ojos; no me había fijado en sus ojos, no estaban mal. Tenía los pechos pequeños y el pelo corto, o eso creí ver. No tenía ningún problema. Y me ofreció cerveza.-

-Andamos jodidos. Sí - Contesté. Cogí su cerveza y bebí un trago largo mientras la miraba. Después de saborearla, devolví el casco a su dueña-



Andaba de aquella manera, haciendo zig zag. Supongo que he andado haciendo eses toda mi vida, que no es lo mismo que hacer eso, zig zag. La gente se acumulaba, pero su feminidad me guió de aquella forma en al que un hombre en este estado no puede resistirse, t mucho menos redimirse. Supe que no sería ni la primera ni la segunda botella de cerveza que tiraría aquella noche, pero agarré por el cuello la que ella me cedió nuevamente, y le di un sorbo profundo y largo. Miré a la dueña de la misma y sonreí, me sonrió desdeñosa, como aparentando saberlo todo de mi. Superior, sabelotodo; me gustaba esa sonrisa picarona. Le cedí el testigo del atrevimiento y me dejé llevar. Sonreí de manera pícara también y nos fundimos en la muchedumbre.

-Sigueme.

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Me gusta doblar los libros, subrayarlos, pero sobre todo leerlos. Me gusta mi gata, más que muchas personas. Hacer tartas. Dormir cuando pían los pájaros y estar en vigilia cuando otros duermen. Huyo del gentío. Las cosas complicadas.