Frasario

"Y todo comienzo esconde un hechizo"

José Knecht

9 mar 2010

Sobre la deshumanización del arte

About "La deshumanización del arte" de Ortega y Gasset http://filosofia.cv.uma.es/mod/resource/view.php?id=49062




Entendiendo el arte como una deleitación estética tenemos la visión del propósito del mismo, es el puro, el objetivo , el deshumanizado el verdaderamente artístico actualmente, mientras más lejanos sentimentalmente de la obra estemos, es decir, la pura y exclusiva deleitación estética, más podremos ahondar en el sentido artístico de la obra. Este objetivo y su producto nace de una especial sensibilidad poética dependiente de cada época; vital pues la visión temporal para concretar la importancia del tiempo en la obra de Gasset, que nace de la especial visión de que la juventud siente aversión artística y social por la más cercana anterior, y exalta la anterior a esta, a sus abuelos. Esta sensibilidad poética especial viene de un público con concepciones artísticas de diferente índole, ocasionando diferentes opiniones no solo en los artistas que se diferencian de un motivo artístico concreto sino en cada uno personalmente. La minoría y la masa, o al menos así lo entendemos por ahora.
Existe la creencia de una minoría artística y masa en contraposición en Gasset que bien podríamos revisar de alguna manera con alzar la mirada y ver la actualidad, aun sabiendo que su visión es muy subjetiva, obviamente, y cercana a la utópica al comienzo de la narración. No obstante esta teoría de la masa y minoría se apoya sobre otros filósofos y sus afirmaciones a partir de las cuales, dicen, la práctica de un arte y el frecuente examen y contemplación del mismo se adiestra, esto arrojaría desde un punto de vista objetivo, perspectivamente, un poco de luz aclaratoria al problema de la masa y la minoría artística nombrada: La minoría nace de una concepción del arte estamental, depende de cada época que el arte sea de unos o de otros, y que solo otros pocos tengan la sensibilidad “poética” para establecer críticas o creaciones; una delicadeza del gusto que se curte generalmente con la práctica o examen de la misma. Podemos afirmar que estamos educando nuestros gustos, y malos gustos, y nuestra incipiente concepción artística por tanto que no cesa de aprehender a lo largo de nuestras vidas nuevas visiones estéticas.
Pero no olvidemos el tremendo subjetivismo que envuelve al arte y la intención, o no, del mismo, y es este subjetivismo lo que encontramos a la hora de decidir qué es el arte. Las personas que glosan el arte estético de una época parten de un tremendo supuesto personal puesto en un común cogido por pinzas; estos son, los escogidos por la época por divergencias sociales en el estamento indicado para decidir el qué , cómo y cuándo por un tiempo cada vez más escaso; llegamos así a un semi-arte institucionalizado. Lo que no deja de mirar con ironía al mismo arte, ironía que utiliza perfectamente Gasset para describir la frenética evolución del arte en una concepción cada vez más cómica del mismo; nos afanamos en ridiculizar el arte actual llegando a extremos en los que dejamos de mojarnos para decidir que hablen otros y dedicarnos a criticar dentro de una masa coceante. Pero entender el arte es bien difícil partiendo no solo de que no sabemos aun qué es el arte o con qué estamos tratando, y más aun , el arte “estético”, puramente; habríamos de liberarnos de todos nuestros prejuicios para evitar cualquier intromisión exterior a la captación del más profunda y llegar a lo puramente estético comparando finalmente las percepciones y especies de perfección artísticas estimando una escala estética que radica en un mayor acercamiento a la idea del objeto que se quiere representar; una proposición muy utópica para la captación del arte actual.
Vemos un arte cómico, rebelde, una estética escondida, pero ¿A qué arte nos referimos, al arte por puro arte estético, o al arte con una finalidad, y más aún, hay más tipos de arte, uno para la masa y otro para la minoría, o bien todo se refiere a multitud de minorias? Esto no se deja especialmente claro pero se alude a ello en lo que la relación puro arte estético y finalidad tienen con intrascendencia y trascendencia respectivamente. El arte que se quiere por trascendencia consigue una técnica de forma innegable, pero también necesita una estética, generalmente basada en lo bello, una sensibilidad especial para la captación y deleite de lo puramente estético: el objetivo del arte. Su técnica necesitará de un aprendizaje previo fruto de exámenes y prácticas, pero existe no obstante la genialidad como término que tanto parece intervenir en el arte como un don mágico más que como lo que más adelante veremos. Y es que se nos presenta la captación artística en su ideal: la genialidad, aunque desde un punto de vista subjetivo, muy mecánico y aprendido, como posibilidad. Qué visión fría del arte nos describe Ortega, y qué lejos queda la espera de un sentimiento en la contemplación artística, tan contraria a la opinión, a veces, de la masa y minorías; como la objetividad en la que se basa la deshumanización, que explicamos como un alejamiento de perspectiva extremo hacia la insensibilidad. Parece que en esto la opinión es más firme entre filósofos y ensayistas, quienes concluyen que finalmente la concepción de la estética pura, es decir la genialidad en el arte parte de la contemplación pura y la idealización total de estas con su capacidad para la captación y expresión, aunque esto último sería más partícipe del artista que del genio.
Por otro lado, no debemos olvidar la tendencia del arte a agotarse y resistirse al mismo tiempo, en cada época podemos ver como el arte colea angustiado antes de ser sustituido por otro y otros; nuevas técnicas, nuevas estéticas, nuevas sensibilidades afloran en nuevos artistas para ser expresado en forma de producto social. Cada minoría, con sus sensibilidades, prejuicios y percepciones tiene una masa por consiguiente que los critica o admira desde su ignorancia o supuesta sabiduría, así, cada minoría, desde un punto de vista objetivo puesto en común aglutinaría en contraposición una masa que a su vez contiene el resto de minorías subjetivas - para las supuestamente objetivas, claro- dando una multitud de minorías y masas diferentes unas entre otras. Esto, en el transcurrir del tiempo del hombre es el paso de los siglos, y en el arte, el agotamiento de él en otras épocas, la deshumanización del mismo tan solo es un instrumento para crear un arte nuevo que sustituye el anterior con más o menos trascendencia dependiendo del juicio estético de la minoría que lo evalue en ese instante.
El arte, que partiendo antaño de una mímesis a la naturaleza, y pasando por ser la belleza y su representación su mayor intención ha ido sucediendo en una pretensión de la idea del artista, y por consiguiente de su humanidad. Lla desprovisión total de individualidad personal, lo que en Ortega encontramos como alejada perspectiva u objetividad es la finalidad de la imitatio en el arte. Pero ahora nace una belleza subjetiva que parte de la naturaleza, o al menos de lo cognoscible, que pretende el sentir del artista, pasamos pues, de la idea al sentimiento en el arte, mero vehículo en la expresión del ser humano. Pero con la captatio del público y el consiguiente nacimiento de la masa esperamos que el arte sea útil, que no trascendente, porque realmente no sabemos para qué sirve pero sí que a veces trasciende al tiempo. No obstante el arte, en su carrera hacia la pérdida de todo signo humano crea una sintaxis con partes de la realidad, con ideas y el propio arte ya expresado, execrándolo o utilizándolo en su beneficio para crear un mundo autónomo y nuevo que constituye un arte extraño y peculiar que destruye la imitatio, la captatio y desciende hasta la más terrible imaginación, ironía, burla, belleza y a veces hasta el absurdo.
Y es que, ¿Qué trascendencia, humana, dada las características que nos hacen personas, esperamos del arte, cuando hay una deshumanización incipiente en el mismo para crear nuevas tendencias? Llegamos al punto de un arte por el arte, de una irrisoria visión del arte absurdo que se recicla y reproduce en denodadas muestras de uno a veces exento de significado más que para el artista. Pero es cierto, no podemos volver atrás, tempus fugit y nosotros con él, y el arte, como parte de la humanidad por más deshumanizado que lo encontrase Ortega, también. El camino, pues, no debería ser, como apunta, el agotar vías usadas y abusadas. Finalmente, aunque la deshumanización haya sido el camino hasta llegar al punto actual estético, y por consiguiente, el que ha “mejorado” el arte para Ortega de alguna manera frente al realismo, lo concebimos como un camino ajado y desgastado por la creación artística en el momento actual, desdeñable por tanto. Y con la misma visión benevolente con la que nos acercamos hacia las expresiones artísticas menos comprensibles del arte actual, con esta misma visión, habremos de afrontar pues la difícil tarea de crear una inspiración que repercuta en un cambio artístico, para que en un futuro, nuestros hijos rían, ironicen, y se burlen sobre los últimos coletazos de un arte concebido por ellos como viejo y sin significado que tanto nos costó cambiar, para que nuevamente, recogiendo el testigo, terminen haciendo lo mismo en un eclecticismo esperado por todos .

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