Busca entonces rubíes, zafiros, diamantes, coloreadas rocas que alimenten tu entendimiento. Pues todo, al unísono , son anhelado conocimiento. No caigas en horribles errores, errando y errante, no caigas en la conversión a Naga, y hagas cálamo, que debiera ser daga, en alabarda oscura. Se mandoble, sí, y también machete y florete, y falcata y estoque y espadín. Se más, más ágil y viva. Sé pétalo, sé viento, sé sutil y sincera. Sé pluma. Y solo ligera se es si se sabe.
Y así, te verás en un día lángido y precioso, brillante, ecléctico ,colmado de insuperables esperas e interminables adioses, donde sin saberlo, el germen de tu lectura: escritura; que nace, crece y se reafirma en su firmeza para dar frutos sanos, ricos, con jugo y jugosos - que no es lo mismo- dará su resultado, para así, y que solo de esa manera alcances a probar el que para nosotros es imposible aún: el fruto de uno mismo.
Se entonces plata, absorbe los demás colores, acercate al nácar, rehuye a la oscura estupidez, imprégnate en el blanco, en perla, en marfil preñado en luz.
Mas esperad:
Perdida en deleites musa animosa
Calló en la cuenta y horrible congoja
Que a veces le provocan verso y prosa
Furiosa; sí, separó la secoja,
Y alzándose en alto fatigosa,
Miel, peine, desdeñosa arroja;
Al encuentro corre del verbo amante,
A evitar dolor de pluma errante.
Anduvo en busca, durante mucho, y se horrorizó:
Pobres, Hespérides, Náyades, Dríades
Sufren, Oréades, Triás, Perimélides.
Voluminosas espadas Melíades
lucen, tristes, forzadas Epimélides.
Bracamartes, largas, sicas Antríades
Retractaos, dejad vivir las Alsélides,
Que en plumas pulcras que debieran sueño
Cuajan espadas, ponzoña y beleño.
Entonces...
Arded, fogosos en abruptas hogueras, sed llama que seca, alumbra, pero también quema. Morid
entonces como herejes, brujas, pillos y grandes héroes.
Que haciendo daño a las pobres que os consuelan y por vosotros velan solo herís, dañáis ese estanque límpido al que acudían antes musas a gozar de paz, tranquilidad y jardín maravilloso. Os susurraron suavemente historias de grandes proezas, inusitadas flaquezas, pero nunca insurgentes poemas, y ahora vosotros ¿Porqué devoción mostráis por Genios que en tinta de ponzoña viven y no a las musas que os consiguen versos e inspiraciones? ¿Qué daño y gravedad, tamaña ofensa, hicieran estas para ser envenenadas y a la sátira expuestas? Cocead pues, masa, en delirios de grandezas y profundas masturbaciones ante el espejo. Quereos más que nunca, ahora que gozáis del Genio y no el sueño, y deshaceos en pulcras y afiladas inquinas.
Arded, fogosos, en abruptas hogueras, sed llama que seca, alumbra, pero también quema. Si queréis.
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